En los primeros días de protesta solitaria de Greta Thunberg frente
al Parlamento sueco en agosto de 2018, la mayoría de la gente pasaba de
largo a su lado. Algunos se detenían, pero sólo para preguntarle por qué
no estaba en la escuela. Poco a poco cada vez más gente comenzó a notar
a la perseverante chica de 16 años.
Estos comienzos humildes de
la protesta de Thunberg — el inesperado nacimiento de un movimiento
global — pueden verse en los primeros minutos del nuevo documental “I Am
Greta” (“Yo soy Greta”). Desde entonces, Thunberg ha conocido a líderes
mundiales, ha sido vilipendiada por otros, y ha visto a multitudes
acompañarla en un movimiento cada vez más grande contra la complacencia
ambiental. Es un viaje que describe sin reparos como totalmente
surrealista, “como vivir en una película y no conocer la trama”, dice,
pero también ha sido reafirmante.
“Miro hacia atrás y recuerdo
cómo me sentí. Pienso ‘era tan joven e ingenua en ese entonces’, lo cual
es bastante divertido”, dice Thunberg al recordar sus primeros días de
protesta en una entrevista. “Mucho ha cambiado para mí desde entonces,
pero al mismo tiempo muchas cosas no han cambiado desde una perspectiva
más grande”.
“Siento
que ahora estoy más feliz con mi vida”, agrega. “Cuando haces algo
importante, te da la sensación de que eres importante”.
documental que presenta el meteórico ascenso de Thunberg de una
adolescente anónima e insegura a una activista internacional. Es un
retrato íntimo de una figura singular, una especie de historia del paso a
la edad adulta de alguien que parecía desde un comienzo ser
asombrosamente madura. La película, dirigida por Nathan Grossman,
captura los impresionantes logros de la apasionada Thunberg y su costo.
Para
un activista que insiste en poner la causa por encima de ella, también
es una especie de aceptación incómoda de la fama. “Yo no he logrado nada
realmente”, dice Thunberg por teléfono desde Suecia. “Tolo lo ha
logrado el movimiento”.
Tampoco apoya todo lo que se ve en el
documental. No debería sorprender que Thunberg, quien ha calificado su
síndrome de Asperger como su “superpoder” — un trastorno que cree que
sólo aumenta su capacidad de ser directa y enfocada — tenga algunos
comentarios.
“No me gusta realmente el título de la película, ‘I
Am Greta’. Hace parecer que me tomo a mí misma muy en serio”, dice
Thunberg. (En Suecia, la película se llama simplemente “Greta”, pero ese
título se usó primero en una película de Isabelle Huppert de 2018).
“También el póster. Parece que tuviera maquillaje. No me gusta el póster
ni el título”.
Grossman comenzó a filmar a Thunberg poco después
de que ésta empezó a protestar en agosto de 2018, pero no tenía grandes
expectativas. Le dijo a Thunberg que quizá iba a estar ahí sólo unas
horas. La filmó con una resolución media para no gastar tantas tarjetas
de memoria.
Pero a medida que pasaba el tiempo y más jóvenes del
mundo comenzaban a seguir a Thunberg, Grossman se dio cuenta de que, sin
querer, había capturado el origen de un momento histórico. El proyecto
evolucionó y Grossman continuó siguiendo a Thunberg hasta su discurso
abrasador en Naciones Unidas en el que fustigó a los líderes mundiales:
“Estamos al comienzo de una extinción masiva y ustedes sólo pueden
hablar de dinero y de cuentos de hadas sobre crecimiento económico
eterno. ¿Cómo se atreven?”
“Ella sentía que una película sobre
ella podría ayudar a aclarar las cosas”, dice Grossman. “Siento que en
los medios de comunicación ella no se ha reconocido a sí misma. El
personaje unidimensional de Greta es el de una chica muy enojada y
frustrada. En la película ves mucho más; también es chistosa y tiene
lados diferentes”.
Parte del poder de Thunberg es que, a los 17
años, literalmente encarna un futuro en peligro por la inacción de las
generaciones mayores. “I Am Greta” es de alguna manera el perfil de una
división generacional en la que los adultos y los políticos se forman
para tomarse selfies con una joven que a pesar de su prominencia a veces
tiene dificultades para pararse de la cama e ir a una cita o llora
porque extraña su casa mientras cruza el Atlántico en velero.
Pero
si Thunberg, la Persona del Año de la revista Time en 2019, es
reconociblemente humana en “I Am Greta”, también es despiadadamente
franca. No anda con rodeos sobre el trayecto de la Tierra. Desestima los
gestos superficiales para el cambio. Y menosprecia a quienes se burlan
de su mensaje. Al preguntarle cómo se sintió viendo videos de Donald
Trump y Vladimir Putin ridiculizándola en la película, Thunberg se ríe.
“¡Ese
es uno de los momentos más memorables! Es increíblemente divertido”,
dice Thunberg. “Simplemente demuestra que uno está haciendo algo bien.
Si eres atacada por este tipo de gente, eso demuestra que algo estás
haciendo bien. Muestra lo desesperados que están de no hablar sobre el
cambio climático”.
Durante la pandemia, Thunberg ha visto cómo el
tema ambiental se evapora de las primeras planas. Pero ella desea que
el calentamiento global pueda generar el mismo nivel de alarma que ha
creado el COVID-19. “Parece que estamos atascados sin importar lo que
hagamos”, dice. “No vamos a lograr un verdadero cambio a menos que
realmente empecemos a tratar la crisis climática como una crisis”.
En
septiembre, Thunberg volvió a protestar por el cambio climático frente
al Parlamento sueco en una manifestación en la que se mantuvo
distanciamiento social, parte de miles de huelgas estudiantiles que se
hicieron ese día. Pero ver los debates presidenciales de Estados Unidos,
en los que se habló muy poco del tema y Trump más bien lo desestimó, le
abrió los ojos.
“Me sorprende. Sabía que la situación en Estados
Unidos era mala en cuanto al cambio climático, que está siendo tratado
como una opinión en vez de un hecho científico, pero no sabía que estaba
tan mal”, dice Thunberg. “En Europa y Suecia estamos muy, muy lejos de
donde necesitamos estar en la discusión, pero comparando con Estados
Unidos es sorprendente”.
Este otoño (boreal) Thunberg regresó a la escuela tras tomarse un año sabático.
“Lo
eché mucho de menos. Se siente muy bien estar de vuelta en la escuela y
hacer cosas normales, tener rutinas. Me encantan las rutinas, lo que
probablemente tiene mucho que ver con mi autismo”, dice. “Y en ese
ambiente soy casi anónima de alguna manera: la gente sabe quién soy,
claro, pero no estoy ahí porque soy famosa, estoy ahí para hacer algo
más, soy como el resto”.
El anonimato podría no ser una opción de
largo plazo para Thunberg, quien cumplirá 18 años en enero. Pero es
algo que está dispuesta a ceder. Cuando reflexiona sobre los últimos dos
años, suena peligrosamente como algo con lo que pocos la relacionarían:
una optimista.
“Antes de que empezara a hacer esto, mi
experiencia era que a nadie le importaba. He visto que estaba
equivocada. Obviamente a mucha gente, especialmente joven, le preocupa
la crisis por el cambio climático y el futuro, y eso es alentador”, dice
Thunberg. “La humanidad no ha fracasado aún. Estamos fracasando, pero
la humanidad no ha fracasado”.
CREDITOS A DIARIO LIBRE.