Por qué ser una «supermujer» no es saludable (y cómo aprender a priorizar)

 Por qué ser una supermujer no es saludable (y cómo aprender a priorizar)

Cada vez que se acerca el 8 de marzo, Día Internacional
de la Mujer, se abre un espacio para reflexionar sobre los logros
obtenidos en la lucha por la igualdad de género y reconocer la
contribución de las mujeres en la historia.

Sin embargo, esta fecha también nos brinda la oportunidad de visibilizar los desafíos que siguen marcando la vida de las mujeres en el ámbito mundial.

Uno de los mayores retos en la actualidad es la constante presión social de convertirse en la «supermujer«: aquella que debe ser una excelente profesional, madre, esposa, hija y amiga, todo al mismo tiempo.

Aunque esta imagen de la mujer «perfecta»
parece inspiradora, la realidad es que muchas veces lleva a un estado
de sobrecarga física y emocional que impacta negativamente en la salud mental.

Así lo explica Giovanna María Llaverias, psicóloga clínica y de la salud de @mentalmenterd, quien sostiene que esta expectativa proviene de una construcción cultural e histórica profundamente arraigada.

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¿De dónde viene esta expectativa?

Desde niñas, gran parte de las mujeres
observan modelos familiares en los que la madre asume múltiples roles:
cuidar del hogar, de la familia, de la pareja y, en muchos casos,
también desarrollar una carrera profesional.

«Aunque no es la realidad de todas, muchas mujeres internalizan desde pequeñas esta imagen
de ´supermamá´ como el ideal a seguir, asociando el valor personal con
la capacidad de poder con todo», refiere la terapeuta
cognitivo-conductual.

En la sociedad actual, también existe una presión creciente entre mujeres
para demostrar que pueden abarcar todo. La creencia de que el éxito
radica en poder cumplir con todos estos roles se ha convertido en una
especie de validación, una forma de mostrar que valen «algo». Y esto no
solo es inalcanzable, sino también peligroso.

El costo psicológico de ser una «supermujer«

Si bien las consecuencias pueden variar según la historia personal y el contexto de cada mujer, intentar cumplir con el ideal de la «supermujer» genera consecuencias psicológicas y emocionales significativas.

«Muchas mujeres se colocan en el último lugar de sus prioridades, cuidando de todos menos de sí mismas, lo que puede derivar en síntomas de ansiedad, agotamiento emocional, frustración constante e incluso sentimientos de insuficiencia», destaca Llaverias.

A largo plazo, advierte, esta presión autoimpuesta puede afectar la autoestima y la sensación de satisfacción personal.

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«Una verdadera supermujer no lo hace todo; sabe cuándo detenerse y priorizarse»Giovanna María LlaveriasPsicóloga clínica y de la salud

Señales de alerta

Existen señales que indican que una mujer está sobrecargada. La falta de tiempo para sí misma, la constante postergación de sus propias necesidades, la culpa al delegar tareas y vivir en un estado constante de prisa son algunos de los principales indicadores.

«También es común que estas mujeres se sientan emocionalmente saturadas, pero sientan que no pueden detenerse, como si tomarse un respiro fuera un signo de debilidad o irresponsabilidad», agrega la profesional de la salud mental.

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Aprender a delegar y autocuidarse

Llaverias subraya la importancia de que las mujeres aprendan a priorizar su salud mental y emocional, sin que eso les cause sentimiento de culpa.

Una de las estrategias más eficaces es aprender a delegar responsabilidades. Esto significa reconocer que no es necesario hacerlo todo y que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino una forma inteligente de gestionar mejor el tiempo y las energías.

«Delegar y aprender a decir ´no´ son
habilidades que se pueden desarrollar. Un primer paso es organizar las
tareas y responsabilidades clasificándolas por nivel de importancia y urgencia. Hay que comprender que no todo requiere una respuesta inmediata», dice.

La experta también recalca la importancia de dejar de considerar el autocuidado como un lujo y transformarlo en una práctica diaria.

«Incluir actividades que se disfruten, aunque sean breves, y permitirse descansar
sin culpa es clave para sostener un equilibrio emocional. Hay que
recordar que solo desde el bienestar propio es posible cuidar
verdaderamente de los demás», refiere.

«Esos espacios personales son necesarios para mantener la energía y la claridad mental, y no representan una pérdida de tiempo», añade.

Beneficios de adoptar una mentalidad realista

Cuando las mujeres dejan de perseguir la imagen de la «supermujer«, se sienten más tranquilas y satisfechas con lo que hacen, sin la presión constante de tener que demostrar su valor.

«Esto no solo mejora la salud mental,
sino que permite desempeñar nuestros roles laborales, familiares y
personales con mayor claridad, disfrute y bienestar», concluye la
psicóloga.

 

 

CREDITOS A DIARIO LIBRE.

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