“No hay nada de extraordinario en mi historia porque yo soy una persona que viene de un barrio”, dice el doctor dominicano Joel Rosado aunque formó parte del equipo de médicos que realizó el primer trasplante pulmonar con cirugía completamente robótica en el Hospital Vall d’ Hebron en Barcelona, España.
Egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en
el año 2005, este doctor de 44 años creció en “en el Juan Pablo Duarte,
en las Charles de Gaulle, en la zona de Invivienda”. “Vengo de una
familia humilde, yo debo todo esto a mi familia, a la comunidad, a mi
entorno, a ser dominicano, no tengo nada especial”, afirma con absoluta
modestia.
Sus credenciales, sin embargo, lo desmienten: es coordinador
quirúrgico de trasplante pulmonar del Servicio de Cirugía Torácica y
Trasplante Pulmonar del Hospital Vall d’ Hebron y, además, especialista
en cirugía mínimamente invasiva (videotoracoscopia y cirugía robótica)
del Instituto Jauregui de Cirugía Torácica del Hospital Quirón, de
Barcelona.
Como si eso fuera insuficiente Rosado ha hecho estancias en los departamentos de Cirugía Torácica del Memorial Sloan Kettering Cancer Center. Nueva York, Estados Unidos y en el Shangai Pulmonary Hospital de la Tongji University en Shangai, China.
Su vida de médico
Aquel primer trasplante robótico de pulmón fue todo un hito en la
historia de la medicina de España porque fue el segundo país en
realizarlo. El primero fue el Hospital Cedars-Sinai de Los Angeles, en
Estados Unidos, que fueron los que avalaron al Hospital Vall d’ Hebron.
Desde ese trasplante, realizado el 17 de abril del 2023, ya llevan seis
robóticos, mientras que por cirugía tradicional han hecho 1,750. El año
pasado llegaron a los 105 trasplantes, superando su promedio de 100 al año.
Estos números, fríos, no significan mucho hasta que el doctor Rosado
los contextualiza: “hay muy pocos centros alrededor del mundo que hagan
50 trasplantes de pulmón al año”.
Su trabajo es intenso. Llega muy temprano al hospital, antes de las 7 de la mañana se reúne con su jefe y revisa los servicios.
Si tiene trasplante suele estar una media de seis horas en el
quirófano aunque hay cirugías complicadas que llevan de ocho a diez y
otras simples que requieren cuatro. “Es un trabajo de equipo, del
camillero, de la enfermería, de los neumólogos, de los cirujanos, de los
rehabilitadores, de los fisioterapeutas”.
Y agrega que es un trabajo muy gratificante porque es devolverle la
respiración a alguien. “Mucha gente es muy agradecida y te dicen cosas
del tipo que he vuelto a vivir, que pueden cargar a sus nietos… eso a mí
no deja de emocionarme cuando sucede. Creo que hago lo que hago por ese
tipo de cosas”.
¿Cómo llega a Barcelona?
Al hablar sobre cómo llegó a Barcelona, Rosado agradece antes que
nada la formación que recibió en la UASD. Y es que, asegura, es muy
completa y muy buena para poder competir con otros médicos.
Reconoce, por supuesto, que se requiere de “mucho esfuerzo, porque
nada cae de la nada y teniendo la cabeza clara” para poder avanzar
poquito a poco y llegar a establecerse.
Una vez terminó su carrera hizo la pasantía en el Hospital Universitario Docente Central de las Fuerzas Armadas, un lugar en el que aprendió muchísimo.
Posteriormente, a la hora de hacer la especialidad, no dudó en elegir España: como al estudiar en la UASD se le facilitaba la homologación, entendía que en seis meses podía prepararse para el examen.
Fue así que decidió enviar los papeles de la homologación con la
madre de una amiga de la universidad, quien se los depositó aunque no la
conocía porque “así nos ayudamos los dominicanos”.
Gracias a ella y a una beca de la entonces Secretaría de la Juventud
en junio del 2006 llegó a Oviedo, donde estudió para pasar el exámen de
la especialidad. Como lo hizo bien pudo elegir lo que quería: estudiar
cirugía torácica en a la Universidad de Barcelona.
Cinco años después, cuando terminó la especialidad, se fue a trabajar
al Hospital Universitario de Cruces en Baracaldo, País Vasco. “Fui por
una baja y estuve ocho años”.
En el 2019 su jefe actual, el doctor Albert Jauregui,
lo llamó para ofrecerle el trabajo que hoy tiene, algo que no pudo
rechazar porque era un “salto profesional y de estabilidad”.
Su vida familiar
Cuando se le pide que hable sobre sí, el doctor Rosado lo primero que
dice es: “soy hijo de Juan (Rosado) y Dilcia (Rodríguez), nací en Santo
domingo o la capital” y agrega como referencia que es sobrino de Miguel Rosado Montes de Oca, exrector de la UASD que falleció hace unos años. También destaca que es el segundo de tres hermanos (Jason y Juan José).
Cuando habla de ellos, agradece que su madre se preocupaba de que
tuviera comida para llevar, su padre le facilitaba su guagua para
moverse y sus hermanos le ayudaban en lo que podían. También agrega el
apoyo de sus cinco tíos paternos y seis tías maternas. “He tenido el
apoyo de ese ambiente familiar que me enseñó que al mal tiempo buena
cara”, dice convencido que de que eso lo forjó para labrarse camino
fuera del país.
Tras asegurar que se encuentra muy bien y muy establecido, Rosado
cuenta que está casado con Beatriz González Seco desde el 2011 y tienen
tres hijos: Lucas de nueve años, Pelayo de siete y Nico de dos. “Estamos
ocupados todo el tiempo. No nos sobra el tiempo para nada”, comenta
cuando habla de su vida hogareña.
A pesar del afán no le molesta. “Estoy enamorado de mis hijos también
(además de Beatriz)”, afirma orgulloso segundos antes de terminar la
conversación para irse a buscar a los niños al colegio.
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